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Cinco años de Don Quijote

Este blog, como su nombre indica, es el registro de un periplo personal, una bitácora.

Hace cinco años comencé una etapa diferente en mi vida, y me planteé llevar un registro. Precisamente porque se trata de un camino, todas las opiniones que vierto son provisionales, un intento de comprender y recapitular. También es un experimento literario. Algunas de las personas a las que me refiero son reales. Otras son en realidad una mezcla de referentes, de varias personas distintas que me permiten crear un arquetipo con el que dialogar. Es un poco como Pirandello y Unamuno.

Con ese velo puedo reconstruir mis momentos emocionales, aquello que me ha inspirado y preocupado durante estos cinco años y ponerlos en perspectiva. Creo que ha sido una experiencia muy bella, y la dejo aquí para disfrute de todos.

Hasta siempre.


domingo, enero 16, 2011

Gustavocarra y Lord Carnarvon


No muchas personas (Pablo si) saben que, siendo muy joven, gocé de la hospitalidad y mantuve una breve entrevista con su señoría Henry Herbert, VII conde de Carnarvon, nieto del legendario George Herbert, el mecenas que patrocinó el hallazgo de la tumba de Tutankamón. Su señoría era uno de los mejores amigos de la reina Isabel.

Las reinas de Inglaterra saben elegir bien a sus amigos, como sucedió con Benjamín Disraeli y la reina Victoria. Entre ambos personajes hay un lazo: Disraeli era muy amigo de la familia Rothschild, de la que desciende por parte de abuela paterna Henry Herbert. De hecho, su residencia, el castillo de Highclare se parece enormemente a la residencia de los Rothschild, las torres Mentmore. Y desde luego entre las cualidades que seguramente buscó la soberana Lilibeth están la enorme sencillez y afabilidad de su señoría, quien en ocasiones, como aquella en la que le conocí, se dedicaba él mismo a apacentar su ganado con una indumentaria semejante a la de un chulapo madrileño. He tenido que parar de redactar esto para inundar ese recuerdo de una sonrisa.

El día anterior era el día del recuerdo a los caídos en la gran guerra, que se celebra poniendo una flor roja de papel en las tumbas de los que no volvieron. Al homenaje de los lugareños, en el churchyard de la catedral de Newbury, se nos ocurrió que nosotros podíamos añadir el canto del Stabat Mater de Pergolesi, porque no hay mejor imagen del dolor por la pérdida que la de la Pietà.

Al día siguiente partimos hacia Oxford, donde conocí a varios personajes increíbles en el Magdalen College y alrededores, y fijé mi atención en algunos curiosos símbolos del claustro, dejados allá por la sabiduría del venerable maestro William Orchard: una especie de dragón semiantropomórfico con una cabeza humana en la mano derecha y un buho en la izquierda.

Yo tenía 26 años y afrontaba mi emancipación. Una intentona se materializó en el alquiler en Palencia, junto a algunos amigos, de un (enorme) piso con fachada modernista a un curioso y excéntrico personaje de la burguesía palentina que me lo ofreció años atrás. En ese piso acabé pasando alguna de las juergas más desaforadas de mi vida, y también alguno de los momentos más amargos.

El caso es que un gran amiguete de wikipedia está buscando casa, preocupado lógicamente porque el lugar sea el idóneo. Y yo me acuerdo de aquellos furibundos intentos de emancipación a los 25 años. Curiosamente la persona con quien estuve con Lord Carnarvon es la que me llevó a la Comunidad Valenciana, y estuvimos juntos en la misma calle donde actualmente vive mi amigo. Mi amiga y entonces pareja consiguió una emancipación satisfactoria, y este verano volvimos a reunirnos aquellas tres personas de Highclaire. La tercera es actualmente su esposo.

Es importante la amistad. Es importante la emancipación. Es importante la libertad. Son importantes aquellas palabras de Highclaire: "me gusta la gente como vosotros".

Los procesos de emancipación son importantes y a veces muy complejos, incluso dramáticos. Es algo que hace dos años yo no supe ver. Ese fue mi gran error y algo que trato de redimir. En mi favor diré que yo también trataba de emanciparme, pero para ello recurrí a patrones del pasado, y eso no es bueno.

Uno de los propósitos de año nuevo que le hice a Carmen en nochevieja fue el de no estar tan pendiente de mi pasado. Pero ya se sabe que los propósitos están para no cumplirlos. Sin embargo, en este caso, haré un esfuerzo. A mi tati no puedo negarle nada.

Si, yo también tengo una tati cuya amistad ha desafiado el tiempo. Y también se llama Carmen.

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